sábado, 29 de enero de 2011

Entregándo el misterio Cortazariano

A veces uno quiere recuperar lo que ha confundido. Yo quise recuperar  los elementos usados en una entrada hecha en otra parte, porque mi cabeza beoda ya no podía discernir el descriterio de su propia creación. Se ha respetado la falta de puntuación y la "patas arribidad" de uno de los textos usados de ladrillo para tan disimil e inentendible texto. fuí más allá que cortazar, en cuyo texto se entendían y eran discernibles los dos textos que componían el total. Yo hice un desarreglo total, y era un logro el construir tan caótico y sin embargo tan "no se qué" texto (así fue comentado por algunas lectoras). Sorry, falta de pudor quizás o de elegancia -un ilusionista nunca debe mostrar sus trucos. Soy muy burdo cuando quiero, como ahora. Valga como último exorcismo de algo perdido que pudo ser maravilloso o terrible, ya me entran dudas....

1) The multiverse (deben intercalarse los puntos, comas, punto y coma, dospuntos, etc.).

Hay personas para todas los hechos ya que todos los hechos posibles son posibles porque hay personas que los hacen de cuando en vez porque si no los hicieran no serían posibles son imposibles porque nadie los haría lo que entraña que serían imposibles esto a nivel abstracto meramente de dados existenciales Y aprovechando el tema de lo abstracto también algunas ideas que se me vienen a la cabeza respecto a este tema de las personas para todos los actos y se refieren a la posibilidad de que el concepto de multiverso por subatómico me acorde de que sea afecta a toda existencia que sale de ese nivel subatómico es decir todo y entre ellos las acciones humanas y mi creencia  es que todo lo que puede pasar pasa tanto a nivel de un universo, en el que los actos horas y que son posibles eventualmente deben darse en diferentes lugares tiempos etc, pero también a nivel multiverso hay en un número más allá de las creencias y las posibilidades universos paralelos que existen y como siempre también  que se van engendrando en los que si en esta realidad yo hago determinado acto X que trae las y consecuencias 1 2 3 4 and so on a nivel de multiversico se abre otro universo donde yo no hago el acto X, o porque la consecuencia 1 que era una posible no se da sino a 1.1 que también es posible y otro universo donde 1.1 no afecta el resto de las consecuencias y a su vez otro universo donde afecta a 2 3 y 4 otro donde sólo afecta a 2 y todas las combinatorias posibles Es decir en este universo se me da esa determinada realidad que se va zanjando a medida que la posibilidad de este universo se da -realidad concreta y determinada - pero en otros  existo en número infinito en otras realidades diferentes se asocian a esos vínculos matices mínimos hasta condiciones fundamentalmente diferentes ya que cada acto que hago aquí tiene otras posiblidades que no se dieron y que se dan en otro universo y así en este momento en la densa maya de multiversos yo soy todas mis posibilidades existiendo una superpuesta a la otra a cada momento y así para cada persona, átomo, planeta, etc y todo se vuelve denso y me marea y es el todo que se da de momento a  momento no sólo con el decurso de un universo, sino pléyades de universos saltando unos de otros en una red donde todo lo que puede ser algo en un momento se da -yo soy todo lo que puedo ser en un momento a cada momento en todos los universos posibles y a cada momento... Entonces en otro universo que no es este yo aún estoy con ella o no me he separado o estoy muerto o nunca existí o.... 

2) Lo otro (el juego consiste en determinar el orden de las oraciones y luego intercalar los puntos, comas... etc. al igual que en 1 -pista: partir con "Recuerdo esa noche como si fuera ayer y es que llegué a la esquina de monseñor edwards con echeñique").  Have fun!!!
algo diferente que no quiero nombrar porque las palabras son una decepción y un engaño y una ilusión de menos pero ya se fue y mi cabeza ya dio vuelta la página porque llega el verano y el sol y flota en el aire cuando escribía mails y no podía tolerar la lógica "mula" tras el mecanismo de la prueba ontológica y la echo ese último viernes de Mayo día de la luna que era también su carta y sus anteojos y las muecas de la boca arrollado por andar obnubilado y ahora que no esta más y no la veo y tengo ese paraguas aún un invierno era para mi motivo de contento y tome la micro con una sonrisa estúpida luego de haber sido casi y luego me fui bajo la lluvia tan feliz como no lo había estado en años y la lluvia tenía otro significado de sensación de su cuerpo en la punta de mis dedos y el sabor de sus labios y nos tumbamos a dormir un par de y nos seguimos besando y la perrita huga ladraba y jodía y la abrazé y me gustó la me dijo que vivía con sus padres y que lamentablemente no podía pasar esa noche pero que tenía ganas y abrazamos mientras caía la lluvia y luego volvimos a su casa y llegamos estilando y nos sentamos en su sofá y
posteriormente río y me hablo de su perrita la huga y que era porque ella era chavista por lo que bautisó así al can y nos mañana me lo presto y miramos la lluvia caer bajo un alero frente a una tienda de mascotas y la calle era un resuena en mi memoria y llovía ya con furia y ella iba con el paraguas café floreado que aún tengo porque nos gustabamos y que queríamos que pasara y salimos a caminar y a la cuadra ella me dió un beso que aún y es que se veía maravillosa en su poco arreglo y hablamos y ya sabíamos que desde y sentí nosequejuntoconloslatidosdemicorazón creo que fue amor o alguno de esos sentimientos que negros, una camisa a cuadros negra y azul oscuro - me gustaba como se veía así la miré y recorde ese rostro puesta mi parca astronautica y estaba comenzando a llover y era de noche y ella llegó vestida con jeans  ido colando en mi mundo del deseo atizadando obviamente la curiosidad de su humilde servidor y tenía por fin y yo sabría quien era el rostro tras el anonimato de meses que ya había visto y que de a poco se había despues de caminar con el teléfono en la oreja más de 10 minutos y hablabamos nerviosos ambos por vernos Recuerdo esa noche como si fuera ayer y es que llegué a la esquina de monseñor edwards con echeñique



lunes, 24 de enero de 2011

Cosas de Gatos

En un bar, vi una gata que se asoleaba en el reborde de una ventana. El Barrio Yungay abunda en sucuchos viejos como las casas en que se albergan –abundan también los vagos que se congregan a beber en la plaza Chacabuco y duermen en los alrededores del hospital, los peruanos, los cites. Abundan los muros meados,  la basura, los grafitis.  Los parroquianos beben chicha, vino, cerveza, jote, pisco. Los más viejos juegan cacho, brisca; los más jóvenes se dedican a rayar las mesas, a echar la talla. Algunos son universitarios; algunos ya hombres hechos y derechos, que beben después del trabajo, con camisas humildes de mucha lavadora, pantalones lustrosos, cabezas medio camino a la calvicie por la edad. A esto último también deben ayudar, a  mi entender, la mala paga y la concomitante estrechez crónica.  Uno que otro mendigo es aceptado si puede pagar su caña, y despachado eo ipso apenas esa caña ha terminado. Todo el mundo fuma, lo que es un alivio.
Ese día de verano me dedicaba a satisfacer mi gusto por estos lugares de mala muerte: los tragos son baratos, el schop es aguado, y a veces sirven papas fritas mustias y blandas de tanto aceite; los muros decoloran y tienen cierta aura a grasa (Tal decadencia se corresponde con ese gusto arraigado en todas partes del mundo, y todos los estratos sociales, por el alcohol, fuente de la ruina de muchas personas). Un hombre se sentó cerca de la ventana y se puso a examinar un diario mientras esperaba su trago –por la lógica veraniega, resultó ser un schop. La gata lo estudió un rato, se levantó perezosa y se dirigió hacia él con diligencia. Como toda gata chinchosa, se restregó contra su pierna con insistencia. El hombre miró -y yo los miraba a hurtadillas, voyeurista de la decadencia y de la mediocridad del vicio. Se distrajo de la soledad acariciando a la gata, que acto seguido se le subió al regazo, con ese sordo ronroneo de placer típico de los gatos y las gatas, que a la postre, son hedonistas puros. 
El hombre un poco sorprendido no la corrió, sino que se dedicó a hacerle cariño bajo el cuello, por el lomo, entre las orejas. La gata con aprobación feliz se echó y cerró los ojos. A los pocos instantes, sonó el celular del tipo, que se puso a hablar: no sé de qué habló, estando yo  al otro lado del bar, con una botella de escudo –era la segunda o tercera y yo ya estaba medio tomado y la botella a medio tomar– entretenido en el pasatiempo de masticar mi propia soledad (hobby al que dedicó mucho tiempo, debo confesar). Lo qué vi fue que la gata abrió sus ojos e incorporándose a medias, miró al hombre con reprobación. La conversación fue corta. Colgó y volvió a repasar el lomo de la gata, que pareció tranquilizarse. Luego, llegó el schop. El hombre debió un sorbo: la gata nuevamente molesta, miró y mandó un zarpazo suave. Extrañado, el sujeto le pasó un dedo entre las orejas. La gata se quedó quieta, pero ya no ronroneaba ni volvió a relajarse.
Con el segundo llamado, la gata saltó y se fue a instalar nuevamente a la ventana. No atendió los cuchito-cuchito que se le musitaron. Miró una última vez, con condescendencia, y se echó mirando hacia la calle. El hombre parecía extrañado. Apagó el celular (¿querría complacer a la gata?) y se acercó con su diario y su cerveza a la mesa más próxima al reborde. Antes de que llegara, la gata saltó fuera del local y no volvió más. Sólo, el hombre se bebió su schop, pagó y se marchó.
Me acordé de esa gata cuando me acordaba de la pieza en Chacabuco con Catedral, de la que escribí algo que te emocionó. Sentí que pasaste por mi vida como esa gata. Volví a notar, con los últimos jirones de nostalgia que se lleva rápidamente el verano, que te echo de menos. Noté que esto es cada vez menos frecuente y me entristeció que sea así -a veces el alivio puede ser triste. Me he perdonado por no haber según el dictum de mi corazón. 
Para la pena hubo ron, cerveza, vino, pisco, weed, y, a veces, una que otra, nombres y siluetas variaron, arropó con placer ebrio mi cuerpo entre sus muslos, para perdernos luego con el alba y los ojos como lija de no dormir y la cabeza pesada de alcohol y cigarro. Eso, lentamente, ya es pasado. El futuro…  No pienso en tal cosa, ni en el destino, ambos inconstantes, desdeñosos y libres como los  gatos. Sé –todos lo  sabemos con certeza tautológica– que llegará la temporada lluviosa y sé que volverás bajo algún signo a mis cavilaciones (¡que no sea el de la añoranza!). Te imaginaré caminando por calles anegadas bajo un paraguas color café floreado, y volverá a la vida ese primer beso y tu cintura, tus anteojos y tu cara cuadrada… Te veré abriendo el paraguas esa primera lluvia, veré caer la nota que dejé. La abrirás con extrañeza y leerás. Mi mente omitirá imaginar tu reacción –el desdén que presiente es razón suficiente para semejante decisión.

Quizás quizás, si la luna así lo quiere otra vez,  nos volvamos a topar azarosamente por ahí, aunque nuestras vías no tienen puntos de coincidencia. Si la sensatez me gana, atribuiré todo a la mera casualidad, no a un destino ignoto, cifra y síntoma de mi soledad y carencia. Si hablamos más allá del saludo de rigor y los “¿como estás? y los “que te vaya bien”, trataré de descifrar a través de la incomodidad mutua qué fui y qué sensación quedó impregnada en tu recuerdo de mí. Sé que no esperaré nada halagüeño –sé que quizás esté errado, pero discierno que el encuentro será gélida cortesía con sutil y soterrado sarcasmo. En el escenario improbable de que aún me aprecies y el imposible que me ronronees, esta vez no iteraré rituales inútiles... Ni cita, ni besos, ni palabras bonitas: como gato, desapareceré sigiloso...
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